lunes, 9 de septiembre de 2013

Al otro lado de la calle

Mi escritorio está situado justo al lado de la ventana. Es la típica mesa de madera blanca, formada por listones, perfecta para el jardín. Es heredada, y mi única opción para poder decir frases como "el otro día estaba sentada en mi despacho y..." Evidentemente no tengo despacho en esta caja de cerillas a la que llamamos hogar, pero sí tengo un escritorio que es una mesa de madera, completamente incómoda porque no puedo poner las piernas de frente, pero que a mi me encanta, porque eso sí, es gigante. El caso es que estos días he pasado muchas horas pegada a una silla y con el portátil en el escritorio. Y los apuntes, y los bolis subrayadores lápices, y la libreta en sucio, y los folios, y las botellas de agua, y los pañuelos para el resfriado, Ramón detrás, encima o a un lado del ordenador.....y las tazas de café. Muchas muchas muchas.
 
Semana intensiva viviendo en el escritorio

Como decía mi escritorio se ubica en el lado derecho de la ventana, y esto es un peligro. No porque me vaya a tirar por ella de la desesperación, si mi casa no tiene ni altura de un primer piso. No, que va. Toda la culpa de las horas en blanco la tiene el edificio de enfrente. Es apasionante ver la vida de los demás. Sobre todo si la otra opción es mirar los apuntes. Pues bien, desde que nos mudamos he ido observando cada día los cambios. Resulta que, casualidades de la vida, mis vecinos de arriba del piso anterior....viven ahora en el edificio de enfrente!! Han abierto un hostal, y muchas de las ventanas de las habitaciones dan a la calle, y por lo tanto entran en mi campo de visión.
 
Los vecinos nómadas
Al principio vi a unos muchachos asomado a la calle, y nuestras miradas se cruzaron por un instante. Estuve tentada de saludarlo con la mano ya que íbamos a compartir barrio y sobre todo, uno iba a observar la vida del otro a través de las ventanas. A los pocos días dejé de verlo, y entraron en escena nuevas personas. Más tarde pusieron el cartel con el nombre del hostal. Todo comenzó a tener sentido, y comprendí que tendría vecinos nómadas.Por las mañanas muy temprano, a las siete o las ocho, empiezan a desperezarse los más madrugadores. Yo observo (bueno,  observaba lasemanainfernal pre-exámenes) cómo abren las ventanas e intentan quitarse el sueño estirándose con la fresquita mañanera asomando por los balcones. Al cabo de un rato salen hacia la calle y ya no los vuelvo a ver al otro lado de la calle hasta la noche...
 
.-La Cafetera 


1 comentario:

  1. Cada vez me gusta más como escribes. La vida, con mayúsculas, está escrita con historias pequeñas y las tuyas son tan vívidas que casi me parece que yo también he visto a tus vecinos nómadas.
    Besos
    L.

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