miércoles, 21 de agosto de 2013

Chan Chan

Ese café sabía a gloria. Era un café como otro cualquiera, hecho en una cafetera corriente y preparado a esa hora a la que el cerebro no da para más que aquello que sabe hacer sin razonar. 
Primero sonaba el despertador. Era un sonido completamente infernal capaz de destrozar tímpanos y quitar las ganas de vivir. Era una radio-despertador. Sonaba pocas horas después de haber conciliado el sueño, porque en aquella época dormían poco y en una cama muy pequeña. La ventana estaba a la derecha y por ella se filtraban todos los sonidos de la ciudad. Conductores haciendo sonar el cláxon creyendo que así la caravana se iba a disipar. Autobuses resoplando, cansados de hacer todos los días la misma ruta. Ambulancias, coches de policía. Y lo peor eran las palomas. El piso era muy alto, así que no era rara la mañana en la que pululaban sobre el alféizar para descansar un rato. Pero todo eso quedaba en un segundo plano. Lo importante es que estaban ahí. En una cama de 80 abrazados en pleno verano. 
Ella pasaba muchas noches allí, y a la mañana siguiente tenía que irse temprano. En realidad parecía que la responsabilidad de saludar a la aurora era de él, porque siempre saltaba el primero de la cama. Se levantaba para preparar el desayuno. Primero bajaba a comprar el pan, y después se metía en la cocina, esa cocina a la que ella tenía el acceso denegado. Exigencias de sanidad, decía él. 
Una vez preparado el café y dispuestas las tostadas, todo ello colocado en la mesa del salón, ella salía del cuarto con el peor aspecto posible, pero con la sonrisa más amplia dibujada en la cara. Parece que esa combinación funcionaba, porque a él también se le ponía cara de tonto. O a lo mejor era para no desentonar con el ambiente. Quién sabe. 
Desayunaban mirándose como gilipollas, con una timidez disimulada con medias sonrisas. Con la emoción contenida, con esa incertidumbre que revuelve el estómago, pero que sienta tan bien. 
Era un verano muy caluroso, el café era un requisito indispensable para poder afrontar el día, pero hacía mucho calor para poder tomarlo caliente. "¿Quieres hielo?" le preguntó él. "hmmmmm vale" contestó ella. Desde entonces nada más asomar el verano esa chica empieza a tomar mitad con hielo, y en su cabeza comienza a sonar....

.-La Cafetera


2 comentarios:

  1. Sé de qué hablas.

    Tu amiga diezañil.

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  2. Ya no soy tu única comentarista ¿ has visto?.
    Bonitos sentimientos con bonitas palabras, por cierto.
    Besos
    L.

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